Curso de Arte Contemporáneo III

Curso de Arte Contemporáneo III
Curso de Arte Contemporáneo III, Universidad Católica. Profesor Abelardo León de Temuco

viernes, 24 de junio de 2011

Identidad y Tradición. Reinventarse para no desaparecer

Por Erich Riquelme Viveros
Como nos dice Michel Foucault, ante el problema de la porfía en el concepto de identidad, no precisamos de “una teoría del sujeto consiente, sino una teoría de la práctica discursiva” (Foucault, 1970) ante esto, entendemos que los procesos de consolidación identitarios pasan por una validación discursiva frente al otro, y que ésta depende de la imagen y manera en la que nos comunicamos y nos desarrollamos en sociedad, que condiciona, por lo tanto, nuestros propios procesos identitarios. Debido a esto pasa a ser mas importante nuestra validación como sujetos en sociedad, que nuestra propia identidad cultural, como se ve en demostrado en la persistencia de grupos étnicos que se validan utilizando elementos ajenos a sus tradiciones.
Observemos por ejemplo la poesía mapuche, que puede ser en principio cuestionada por el hecho de que no respeta la tradición específicamente oral del mapudungun, y ocupa elementos ajenos a su propia cultura, como lo es la escritura, para revalidarse adaptándose y reinventándose en la hibrides cultural propia de este siglo. El poeta mapuche, por lo tanto, adopta la escritura y la poesía como eje central de consolidación entre el ser interno y la comunidad global. Para él, es la propia manifestación del alma la que aparece al escribir poesía, en la mayoría de los casos bilingüe, tratando de hacer presentes en su obra las palabras que ancestralmente fueron narradas por los antiguos, sus abuelos y padre que les hablaban de los comienzos del hombre y el valor de la naturaleza reunidos junto al fuego de la ruka.

Elicura Chihuailaf (1999) nos habla desde dentro de la tradición oral propia de su cultura, y acerca de esta misma. Valiéndose de la poesía como eje central para relatar y dialogar desde alma. “La poesía -que es el lenguaje primordial-, y todo lo "contaminado" con ella, es la mejor expresión del permanente diálogo entre el espíritu y el corazón. Es el Poder de esa Palabra la que aún nuestras culturas siguen considerando como lo más valioso en cualquier tipo de manifestación humana y, por lo tanto, natural                                             (Chihuailaf , 1999: 29).

Así podemos entender la utilización de la poesía como diálogo desde alma con la humanidad y transportándonos hacia el mundo interior, el reflejo del espíritu de los antepasados.
Los pueblos originarios han debido adaptarse a las nuevas formas de vida, y en muchas practicas artísticas se han visto obligados a agregarles valores que responden a conceptos políticos y mercantiles que fuerzan a las practicas tradicionales y desinteresadas del arte indígena a limitarse a la simple mercantilización de los productos, lo que por consecuencia, lleva a que el arte se vuelve un factor fundamental en la economía básica de estos pueblos. Angelica Wilson (1992), acerca de la labor textil mapuche nos dice “que para hablar de los tejidos se alude simultáneamente, a la economía, a la estética, a lo religioso y a lo social de esta cultura.”

Con este mural el artista británico BANKSY nos quiere ejemplificar como la sociedad moderna limpia de la conciencia artística de los pueblos originario, sin pensar en el valor estético, mágico y ancestral que ahí detrás.
El capitalismo entra fuertemente en la producción artística condicionándola muchas a veces a ser la comercialización del arte tan importante para el arte mismo que los propios artistas han buscado formas de reproducción mucho más efectivas. Si bien en muchos casos la reproductibilidad y serialización en el arte nos lleva a recordar con nostalgia la magia que ahí detrás de la pintura mas tradicional y de la creación de imágenes originales por sobre la explotación de estas, debemos, sin embargo, destacar la utilización de conceptos como serialización, reproducción y copia, se incorporan en la obra misma como significantes. 
Entendemos que el artista desde cierto momento histórico pasa a tomar un papel mucho más participativo y activo en los temas sociales y la sociedad en general, y pasa de ser un  espectador y creador de mundos mágicos y oníricos a pararse con una visión mas critica y participativa en los asuntos políticos y sociales que afectan a la humanidad.

Este nuevo rol critico y participativo que de alguna forma aterriza al artista moderno, con todas las revoluciones, sociales, sexuales, juveniles y  políticas que se han ido gestando a lo largo del siglo XX, es de lo que nos habla Hal Foster en el capitulo 6 de su libro el retorno a lo real, las vanguardia a finales de siglo (2001) donde propone la imagen de este nuevo artista como etnógrafo con una fuerte misión social, según Walter Banjamin, el artista debe interactuar con el proletariado, y unirse a su lucha, utilizando las “técnicas” persuasivas de los medios de comunicación tradicionales, y atacar desde adentro el “aparato” de la cultura burguesa, los que nos lleva a volcar la miara hacia la labor critica y social que tiene el artista desde dentro de la misma cultura, vale decir como productor de imágenes (y acciones), que conlleven un finalidad por sobre el placer estético e importancia de la realización técnica de la obra.  

Podemos concluir, que a partir de lo anteriormente señalado, cambian radicalmente las funciones del arte y el artista propiamente tal. La producción de Arte ya no se inscribe necesariamente a la producción plástica de imágenes y formas con un fin estético. El placer estético y la utilización de la técnica, o el metalenguaje antes utilizado en la composición artística, pasa ahora a un segundo plano. Es por esto que la producción de obra ya no es necesariamente vista desde la producción de imagen a manera de que esta sea una producción original e irrepetible si no como una representación o respuesta a problemas sociales. Es  por esto que la identidad del artista aquí se ve normada através de los procesos culturales que este mismo vaya teniendo, y va siendo mediada por su relación con el ambiente y la comunidad, en temas como la tradición étnica en la producción artística, como hemos visto anteriormente, esta se ve mediada por factores ajenos a los procesos creativo que se vivían anteriormente, y el artista indígena pasa a modificar la identidad propia de su cultura, reinventándola para no desaparecer.
Bibliografía:
  • Chihuailaf, E. (1999). Recado confidencial a los chilenos (1ra ed.). Santiago de Chile: LOM
  • Hall, S. & Paul du Gay (1996). Cuestiones de identidad cultural. Buenos aires, Amorrortu Editores.
  • Foster, H.  (2001) El retorno de lo real. Madrid, Akal.
  • Carrasco, H. (2004). Crítica situada: el estado actual del arte y la poesía Mapuche. Temuco, Chile: Universidad de la frontera.
  • Wilson Angelica (1993). Arte textil mapuche: arte de mujeres: [catalogo]. Santiago, Chile: Centro de Estudios para el Desarrollo de la Mujer.


sábado, 18 de junio de 2011

Nuevas formas-Nuevas prácticas

Claudio Vásquez

A partir de la lectura  El retorno de lo Real (Foster, 2000: 175-207), se puede entender que el trabajo del artista que desarrolla un proceso de investigación etnográfica, en donde es capaz de deducir y desarrollar sus ideas en torno a personas o grupos específicos, para así razonar sobre su estructura e historia. Algunos creadores intervienen directamente sobre la dimensión social, establecen críticas que permiten relecturas de determinadas realidades y que van desde su contexto político hasta la existencia cotidiana.  Por otro lado, el método etnográfico dio paso a que se fortaleciera una clase de arte que es más fácil de entender como un producto  estético, que permite a los artistas operar bajo la lógica del mercado, es decir, explotando el nicho de las sensibilidades. Ahora bien, son fáciles de reconocer porque operan en demasía  sobre la autorreferencia desarrollando personalismos que están inscritos en la  estética de  lo “cursi”, que impresiona, que conmueve pero que sólo alimenta el vacío bajo el cual se sostienen las sociedades de consumo de las últimas decadas.
Un mundo sobrepoblado,  híper-hibridizado, percepciones y sensibilidades que van y vienen, que no son ajenas a una realidad virtual (video juego), teledirigidos, permanecemos en una pauta que establece la lógica de nuestro deseo, el consumo es la fuerza mayor que pretende contrarrestar los suspiros de una línea de resistencia que se vive en la identificación.
La identificación como una construcción, un proceso nunca terminado: siempre  “en proceso”.  […] Aunque no carece de condiciones determinadas de existencia, que incluyen los recursos materiales y simbólicos necesarios para sostenerla, la identificación es en definitiva condicional y se  afinca en la contingencia. (Hall, du Gay, 1996:15)
Muchas veces desde la urgencia de interpelar a la sociedad para visibilizar las fracturas generadas a partir de la vergonzosa irresponsabilidad desde la que operan los entes de poder, es que han surgido expresiones complejas que han involucrado procesos de investigación-acción. En las últimas décadas del siglo XX las luchas estuvieron circunscritas en la vulneración de los derechos humanos, como las dictaduras en Suramérica y la visibilización de problemáticas como el SIDA (Síndrome de inmunodeficiencia adquirida).
El colectivo Gran Fury  de la ciudad  de Nueva York, que parte de la organización activista ACT-UP, produjo una campaña gráfica en la que enjuiciaba la falta de acción gubernamental para prevenir la enfermedad y daba cifras en donde le evidenciaba al público  de Nueva York que el SIDA era una verdadera epidemia con consecuencias de salud que afectaba a toda la población.  Sus campañas buscaban activamente desestigmatizar tanto la enfermedad como la homosexualidad. 
Afiche del colectivo neoyorquino "Gran Fury"

Por otro lado, en Chile en el año 1979 un grupo interdisciplinario denominado Colectivo de Acciones de Arte (CADA) desarrollaba su accionar que expresaba el deseo de un cambio socio-político y se fundamentaba en el propósito de intervenir el espacio urbano santiaguino con imágenes que cuestionarán las condiciones de vida del Chile dictatorial. Se trataba de una concepción de la ciudad como un museo, de la sociedad como un grupo de artistas y de la vida como una obra de arte, la que es factible de ser corregida

Imagen del colectivo chileno CADA
A modo de conclusión, se pretende entender el desarrollo de ideas fortalecidas por la investigación etnográfica o simplemente mas allá de ese concepto la necesidad de profundizar en discusiones y hechos muchas veces negados, que dio paso a que estos colectivos desarrollaran prácticas que resignificaron el arte, ampliando su dimensión, incorporando la calle como un espacio para interpelar  y discutir, ya que es la calle y el espacio público en general donde las acciones están en la punta de la lengua. Las transgresiones a lo humano mutan y se adaptan a nuevas épocas como también el arte debe adaptarse y generar nuevas prácticas.


Bibliografía:
-Hall, S. & Paull du Gay (1996) Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires,    amorrourtu editores.
-Foster, h (2001). El retorno de lo real. Madrid, akal.

EL ARTISTA COMO SER

Lisbeth Sanzana

Stuart-Hall y Hal Foster, escritores de ¿Quién necesita identidad? y el Artista como etnógrafo son capítulos respectivamente de cada artista, en los cuales buscaremos analizar la esencia de cada uno y buscar una focalización en común, EL ARTISTA COMO SER.
Uno de los puntos más importantes del artista como individuo pleno y contextualizado en su trabajo es la manera en como aborda esté: que tan involucrado se siente con el tema que ha de tratar y las repercusiones que tendrá en la sociedad.
Si bien es cierto, el artista refleja sus sentimientos, sus puntos críticos e intereses en las distintas obras, la Etnografía es un concepto que adquiere fuerza en estos tiempos y nos lleva a una constante lucha entre roles que debe cumplir este.
Al transformarse el artista en un etnógrafo debe contextualizar y apropiarse de una identidad distinta a la propia, situándose y contextualizando un ambiente, una cultura o una situación relacionado con su referente creativo; en definitivas cuentas, el artista adopta cualidades de dramaturgo, para interiorizarse con el “nuevo personaje” que le ayudara a entender y apropiarse de su nueva vida, para así, finalmente, exteriorizar sus sentimientos respecto al tema a tratar.
Artista Mapuche, Eduardo Rapimán

Muchos artistas que han tomado el tema del pueblo mapuche para desarrollar su propuesta conviven y aprenden de esta cultura, apropiándose de ella; capturando su historia, su cotidiano vivir y la visión que este pueblo posee de la sociedad de hoy en día. Uno de estos artistas es Eduardo Rapimán, nacido en Santiago de Chile, quien a temprana edad se radicó en el Wallmapu[1], en nuestra región de la Araucanía, con el objetivo de generar reflexión de la desigualdad y la injusticia a las cuales estos pueblos son expuestos.

El creador, entra en una problemática social ya que escribe sobre otros individuos ajenos a él, entrando al peligro del patronazgo. El artista toma un rol de autor y se responsabiliza de lo que dice mediante su obra, al abordar temas relacionados con sociedades y culturas distintas. "El peligro del patronazgo ideológico no es menor para el artista identificado como otro que para el autor identificado como otro que para el autor identificado como proletario. De hecho, este peligro puede ahondarse entonces, pues al artista se le puede pedir que asuma papeles de nativo e informante así como etnógrafo”.(Foster, 2001, pág. 178)
El artista entra en un juego de identidades, en el cual se vincula en primera instancia con su identidad propia, la cual ha sido formada y aprendida según el contexto social y cultural en el que se desenvuelve, la cual se ha construido de múltiples maneras a través de discursos, prácticas y posiciones diferentes.”El concepto de identidad aquí desplegado no es, por lo tanto, esencialista, sino estratégico y posicional”(Hall, 1996, pág. 17)
Así la identidad comienza a conformarse en el artista, desde los primeros contactos que éste comienza a tener con quienes lo rodean, esta se va retroalimentado a medida que éste va creciendo y aprendiendo a lo largo de su vida. “Las identidades se construyen a través de la diferencia, no al margen de ella. Esto implica la admisión radicalmente perturbadora de que el significado ˂˂ positivo˃˃de cualquier término- y con ello su ˂˂ identidad˃˃-sólo puede construirse a través de la relación con el otro, la relación con el que no es, con lo que justamente le falta, con lo que se ha denominado su afuera constitutivo” (Hall, 1996:18).
Entonces, según lo analizado, podemos concluir que la identidad de un individuo (en este caso el artista en cuestión), va evolucionando y mutando con el pasar de los años, con la interacción que cada individuo hace con otros y con las experiencias que a este le toca vivir o experimentar para su autoconocimiento, creando así, una retroalimentación inagotable, en donde el artista aprende de los demás y los demás aprenden de este atreves de sus obras.

Bibliografía
Foster, H. (2001). El retorno de lo Real, La vanguardia a finales de siglo. Madrid: Akal.
Hall, S. (1996). Cuestiones de Identidad Cultural. Buenos Aires: Armonourtu Edtiores.


[1]Wall Mapu, Wallmapu o Wajmapu (mapudungún: wallmapu, 'territorio circundante’) Es el nombre dado a la nación mapuche geográfica y culturalmente

Pincelada Textual

Diego Rodriguez

Trabajo de opinión sobre los textos: Stuart Hall, Cuestión de identidad Cultural, capitulo 1.- introducción ¿Quién necesita la identidad?Hall Foster, El Retorno de lo Real, capitulo 6.- El artista como etnógrafo.

Comenzaremos por comentar que el primer texto de Stuart hall nos habla de identidad y quien la necesita, “Derridá nos dice que identidad es un concepto que funciona “bajo borraduras” entre inversión y surgimiento; una idea que no puede pensarse a la usanza, pero sin la cual ciertas cuestiones clave no pueden pensarse en absoluto” (Stuart Hall, cuestión de identidad cultural, 1996, página 14), entonces nos dice que  la identidad es un proceso de cambio, que se va alimentando y siempre está en un constante proceso en el sujeto, de este concepto se desprende otro llamado identificación, el cual no es lo mismo que identidad. Identificación nos habla de que este se construye bajo la práctica del reconocimiento de algún origen común, este es un proceso de articulación, este también de su uso psicoanalítico tiene un legado semántico “Freud lo llama la primera impresión de un lazo emociona con otra persona” (Stuart Hall, cuestión de identidad cultural, 1996), como ejemplo de este tenemos el conocido mal de Edipo, este pone en conflicto las figuras paternales en roles de amor y rivalidad he impone la ambivalencia en el centro del proceso, esta es ambivalente del principio, no es lo que nos ata a un objeto existente, sino una elección objetual.
En esta etapa del texto, la identidad forma parte fundamental en l sujeto ya que lo constituye, como persona político social, como también la identidad se construye a través de las diferencias, no al margen de ella. El texto ayuda a aclarar el concepto de identidad tocando los diferentes putos, del psicoanálisis. La identidad se ha utilizado para definir y representar el proceso estructurante que tiene lugar dentro del yo y por el cual este entendido ciertos componentes internalizados dando lugar a una matriz identificadora, Es el conjunto de operaciones que determinan el proceso de estructuración que ocurre dentro del ser sobre la selección, inclusión y eliminación de elementos provenientes de los objetos externos.
El segundo texto Hall Foster, El Retorno de lo Real, capitulo 6.- El artista como etnógrafo. En este texto benjamín quiere que los artistas pasan a tomar parte del sujeto político, con esto tienen un lugar de líder ideológico, esto hace que el trabajador pase a una posición pasiva “esto se puede ver en la privilegiarían de la técnica por encima del tema y de la posición por encima de la tendencia” (Hall Foster, El Retorno de lo Real, capitulo 6.- El artista como etnógrafo). En esta etapa se presenta las dos posiciones, una es el productivismo, otra es la prolekult, estos dos movimientos son rivales en la unión soviética ambos movimientos contribuyeron a la cultura proletaria, el productivismo ayuda a desarrollar una nueva cultura proletaria mediante experimentos formales constructivistas a la producción industrial, este trataba de derrocar al arte y la cultura burguesa.
El prolekult por otro lado contribuyo a desarrollar una cultura proletaria tradicional, este trataba de superar al arte y la cultura burguesa. Dicho esto, los dos movimientos que eran rivales hacen aportes importantes en la cultura, estos se enfocan en una misma línea que es superar lo ya establecido, pero lo diferente en ellos es que el productivismo quería despeñar al arte y la burguesía, en cambio la prolekult  tenía el sentimiento de superar al arte y la cultura.
en primer lugar, está el supuesto de que el lugar de transformación política es asimismo el lugar de transformación artística y, bajo ciertas circunstancias la sustituye” (Foster, El Retorno de lo Real, capitulo 6.- El artista como etnógrafo, pág. 177). Aquí el artista toma el rol de etnógrafo, no quiero decir que recién ahora pase a tomar el papel de etnógrafo, sino que aquí se hace notar, el autor como productor. Algunos ejemplos idealizados como Jacques-Louis David en la revolución francesa.
El texto habla un poco más de la relación entre el arte y la antropología, existe un sentimiento de envidia del artista, en esta envidia el artista pasa a ser un sujeto modelo de reflexivilidad, un lector autoconsciente de la cultura como texto, pero no es el artista en si quien es la causa de la envidia, sino es el rol, es la envidia la proyección ideal  del antropólogo “esta proyección no es ni mucho menos nueva para la antropología: algunos clásicos de la disciplina presentaron culturas enteras como artistas colectivos o las leyeron como modelos estéticos de practicas simbólicas” (Hall Foster, El Retorno de lo Real, pagina 185), ahora la nueva antropología entiende la cultura de modo diferente,  como texto, esto equivale a que es tan textualista como estética.
Con lo expuesto se puede tener una noción de identidad, ya que los dos textos abordan la temática tanto psicológica como social, los textos expuestos hablan tanto del sujeto como identidad e identificación, como un colectivo de identidad y como esto influye en el desarrollo artístico y político en la sociedad y que roles nos toca asumir y que defender, como el acceso gratuito a  la educación superior.

Bibliografía
HALL, S. & PAUL du GAY (1996). Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires, Amorrourtu Editores.
FOSTER, H (2001). El retorno de lo real. Madrid, Akal.

Contextualizando los peligros de sobreidentificación cultural

Ronald Matus

He acentuado el hecho de que se necesita la reflexividad para protegerse contra una sobreidentificación con el otro 
que puede comprometer esta otredad”. (Foster, 2001:207)

Cuando Hal Foster se refiere a la “sobreidentificación”, alude al principio romántico de parte del antropólogo o del artista-etnógrafo y su gusto por la diferencia, lo que podría desembocar en una defensa de culturas “exóticas” por el atributo mismo de exotismo. Esta reflexividad a la que llama Foster, también podría ser útil  en un contexto más próximo, con la defensa a veces ciega por parte de ciudadanos chilenos en favor de la causa mapuche y la sobrevaloración de rasgos que describen a una cultura utópica, desechando la objetividad del conflicto.
Siguiendo con la proximidad contextual me gustaría analizar una obra que aparece constantemente en mi imaginario respecto a la identificación y re alzamiento del “yo” mediante otro y que podría referir al principio de una era de sobreexposición del ego en la sociedad. La casa de vidrio, como proyecto adjudicado en el año 2000 mediante el Fondart, intentaría representar  la dicotomía de lo privado y lo público, mediante la exposición de una joven actriz viviendo en una casa con las paredes transparentes. La reacción esperada era la interrupción de los espectadores, como representantes de lo público inmiscuyéndose en lo privado que simbolizaría la casa de vidrio.

Lo que a mi parecer dejan entrever los responsables de la obra es una escusa para generar la controversia obvia que provocaría una mujer desnuda en el centro de Santiago de Chile, pero lo que me interesa realmente es el análisis dirigido a los autores del proyecto, pues para exista esta especie de “voyerismo” debe existir un principio de exhibicionismo. ¿Puede una persona desenvolverse cotidianamente en una casa con paredes de vidrio ó, se trataría sólo de un acto de sobreidentificación con una cultura dominante que exige patrones generales de comportamiento?
Pensemos en la idea lacaniana del reconocimiento mediante el otro, a través de la metáfora del encuentro del niño antes su reflejo en el espejo, pero en este reflejo entonces puede verse a otros niños con otros espejos, es decir, situémonos en un lugar donde “yo” soy el otro del que para mí es el otro, o sea, metafóricamente interactúan un sin fin de niños, cada uno con su propio espejo. En la práctica, nos identificamos con un medio, que a la vez se identifica con nosotros, siguiendo con un circulo vicioso relacionado a las apariencias de los roles sociales que queremos mostrar idealizando fragmentos de la cultura que nos interesa representar. Volviendo a la casa de vidrio y utilizando como ejemplo las nuevas herramientas de reafirmación del Yo que se desarrollarían luego de su puesta en escena, la explosión en el uso de fotologs, blogs, facebook, twitter, etc; marcan en la sociedad contemporánea una intensión de sobreidentificarse con una cultura o subcultura determinada, dando paso a un exhibicionismo programado para mostrar los rasgos que nos suponen miembros de grupos que nos dotan de una supuesta identidad.
En conclusión el llamado de Foster a la reflexión frente a la sobreidentificacion puede  hacer referencia y contextualizarse en los diferentes aspectos de la identificación social, sobre todo en la contemporaneidad donde los aspectos determinantes de identificación se presentan tan fragmentados en los individuos que podrían hacer difusas las ansias “clasificatorias” de parte del etnógrafo.  La reflexividad a la que llama Hal Foster comienza a establecerse como una responsabilidad social en todo razonamiento que nos lleve a tomar parte de algún punto en conflicto, donde evaluemos detenidamente los aspectos en favor y en contra de una opinión sustentable, que nos haga consciente de la existencia de una sobreidentificación argumentativa y nos otorgue mayor objetividad.

Bibliografía:
Hall, S. & Paul du Gay (1996) Cuestiones de identidad cultural. Buenos aires, Amorrortu Editores.
Foster, H.  (2001) El retorno de lo real. Madrid, Akal.

La construcción de la identidad en la actualidad y los inestables límites del “otro”

Angélica Gajardo

Para construir la identidad se necesita de un opuesto. La idea de identificarse con algo requiere a su vez de diferenciarse de otro que se excluye del grupo con el cual se ha formado una identidad común. Este “otro” y su carácter imprescindible para la construcción de identidad es conocido como “afuera constitutivo”.
Este “afuera” es muchas veces incierto. Los límites del espacio en el que nos identificamos chocan con uno desconocido y diferente; lo opuesto, lo oscuro, lo malo. A este afuera constitutivo se le rechaza y se vuelve aún más a la identificación, al terreno seguro.
Según el texto leído, “las identidades se construyen dentro del discurso, y no fuera de él” (Hall.1996:18), por lo que una identidad de cierto grupo social responde a un contexto histórico  específico en el cual se han desarrollado prácticas y estrategias institucionales que la han conformado.

En el escenario actual, la formación de identidades tiene un obstáculo al ser el “otro” no tan desconocido como antes. Los grupos sociales han dejado de ser homogéneos, y la idea de identificarse con un “nosotros” deja un concepto muy amplio al cual sujetarse, pues este nosotros puede estar incluso en lo que antes era el “otro”.
Si en la actualidad tenemos un acceso a medios de comunicación masivos y estos medios son muchas veces producidos por un discurso de un grupo social específico, y existe además la posibilidad de escoger qué medio veo, leo o escucho, ¿puedo, entonces, identificarme con un “nosotros” que se ha construido bajo el mismo discurso que yo? Si hay una diferenciación en el proceso de identidad en el cual excluyo a otro, ¿existe en la actualidad, otro opuesto, totalmente antagónico?

Es posible que asumamos como identidad una “occidental” que es capaz de englobar diferentes aspectos de varias culturas y realidades distintas, pero que han sido “creadas” bajo un mismo discurso en el que se impone una sola historia universal, una sola idea de cultura y los mismos ideales estéticos, una misma religión e ideas del bien y del mal que en muchos casos terminaron por desplazar concepciones originarias de algunos pueblos sobre estos mismos aspectos, dando lugar a una cultura de occidente que se identifica con las mismas cosas.

Siendo los medios de comunicación masivos una parte importante de la difusión de un discurso, son aquellos que tengan la mayor difusión los que van plantando sus ideas en distintas sociedades. Es así como en el caso nuestro, en un país tercermundista cuyos medios de comunicación pocas veces salen del escenario local, pero sí reciben una inmensa influencia  de creaciones norteamericanas, nuestra identidad termina siendo un híbrido, que mezcla aspectos culturales propios del país, junto con ideales extranjeros que terminan siendo apropiados y haciendo que nos identifiquemos con ellos, a pesar de que en un principio resultaban más cercanos al “otro” desconocido.


De esta forma, el otro permanece en constante reconstrucción, pues si de él se tiene la idea de que es un opuesto y que a la vez constituye qué es lo que le falta a las identidades, estas mismas son las que han ido apropiándose de manera gradual de lo que está fuera de sus puntos de identificación integrándolo a su “nosotros”. Incluso si ahora nos definimos como parte de una sociedad occidental, hay muchos aspectos de la sociedad oriental que hemos ido e iremos  integrando de a poco, entonces, ¿dónde está el otro que se excluye? Existe, aún, pero su permanencia como “otro” a lo largo del tiempo es incierta. 

El artista y el proceso de identificación

Daniel Novoa Higuera

Artículo  de opinión en base al Capítulo I .Introducción: ¿Quién necesita la identidad? Del libro “Cuestiones de Identidad” de Stuart Hall. Y al capítulo 6. El artista como etnógrafo del libro “El retorno de lo real” de Hal Foster

Identidad e identificación han sido palabras de uso común entre la mayoría de las personas, dentro de los más variados contextos y circunstancias. Coincido con el autor cuando dice que“la identificación resulta ser uno de los conceptos menos comprendidos” (Hall, 1996: 17),dada  la complejidad de la situación en que se nos plantea la definición, es necesario elaborar una construcción paulatina de las diferentes postulaciones  presentadas por el autor.

Para comenzar con esta tarea nos presenta una definición común, que está relacionada estrechamente con el “reconocimiento”, con la búsqueda de factores comunes que apelan a un sitio común establecido por un grupo humano concreto. Algo con lo que la mayoría se siente identificado.

Para exponer el concepto se hace referencia a significados extraídos del repertorio discursivo así como del psicoanálisis.  De acuerdo con el primero, se habla de la identificación como un proceso nunca terminado, una construcción que nunca acaba, “siempre en proceso “situado en el lenguaje, mientras tanto en el segundo caso, el psicoanálisis, menciona que el proceso de identificación  actúa a través de la diferencia, necesita lo que queda afuera, un exterior constitutivo, para consolidar el proceso”(Hall, 1996: 18).Otro gran aporte de esta área de estudio además de la mencionada el texto presenta  la distinción freudiana crucial que establece se entre “el ser y el tener”, con referencia a la identificación.

Ahora bien,  haciendo referencia a estos extractos del texto puedo decir que la “cuestión de identificación”, por así mencionarlo, tiene que ver con nuestra ubicación en el espacio-tiempo, ahora bien este proceso se sujeta a nuestro ideal, construido en nuestro imaginario, claramente o no,  el arte visual se convierte en un instrumento de planteamiento de identificación del sujeto-artista, ya que tras el lenguaje visual, voluntaria o involuntariamente se manifiesta una profunda carga ideológica y sentido de origen, dotando la obra de absoluta identificación

Ahora bien, en base a estas definiciones y concepciones básicas del concepto de identificación,  se abre una ventana hacia el estudio y análisis de obras de arte. Desde una perspectiva analítica  se puede elaborar una  “construcción de identificación del artista ejecutor”, me refiero que a través de la obra en sí, al margen de lo material o histórico se puede elaborar un discurso descriptivo de la identificación del autor.

Como por ejemplo el cuadro titulado: “Anónimo” del artista argentino  José Antonio Terry (1878-1954) nos ayuda a llevar a cabo este ejercicio.Terry nos presenta una obra visualmente dramática, exterioriza su vida, lo rodea nada, una línea de horizonte que se pierde o no es clara, ahí estancado, sólido, mirada perdida, ausente de tiempo y a la vez con una carga temporal constante,  nos representa un poderoso autorretrato de su vida ausente de sonido desde su nacimiento.
Basándonos en estas apreciaciones vagas y superficiales de la obra, podemos llegar a ciertas conclusiones claras.

El sentimiento de vacio del artista y no pertenecer es algo manifiesto, su relación con su entorno , los elementos que lo “identifican”, en mi opinión responde a esa sensación de “no pertenecer”  o sea, nos plantea su “ser”, como señaló Freud al hacer referencia al  proceso de la identificación.
Con esto no quiero establecer un nuevo concepto de “análisis”, sino de abrir nuestra mente entender que el concepto de identificación nos ayuda a aumentar nuestro nivel de percepción de las obras de arte, de hecho aun más, creo que se puede aplicar a todo lo que mantenga una carga de identidad.

Bibliografía
Hall, S. & Paul du Gay (1996). Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires, Amorrouru Editores.
Foster, H (2001). El retorno de lo real. Madrid, Akal.

  

El artista en crisis

Constanza López

Los conceptos de identidad y el rol del artista como etnógrafo son los paradigmas de este artículo de opinión. La alusión que existe entorno a estos temas mencionados en los textos de Stuart Hall, sobre quien necesita la identidad? y el escrito de Hal Foster sobre el artista como etnógrafo, me parecen relevantes y de interés. La reflexión que surge de estos conceptos, se liga inmediatamente al dejar ver lo que a mi parecer es una constante mutación del sujeto en relación con su contexto y la necesidad de este ser de cuestionarse en cuanto a su rol en lo social y existencial de su entorno.

Lo existente en torno al concepto de identidad, planteado por Stuart Hall apunta a la relación entre sujeto y practica discursiva, ya que para lograr una identificación es necesario apegarse a una discursividad representativa, que fluctuara y dependerá de los recursos de la historia como lo son la lengua y  cultura que  a su vez remiten que las identidades se constituyen dentro de la representación y no fuera de ella, de igual forma se muestra que las identidades se construyen a través  de las diferencias, y bajo la relación con el otro.  Existe otro punto interesante que es el de plantear esa necesidad de la existencia de un otro, que se transforma en un algo necesario para poder confirmar tu propia existencia, como lo propuso Sigmund Freud, quien plantea a la identificación como la primera expresión de un lazo emocional con otra persona (Hall, y du Gay, 1996). Lo que en pocas palabras nos reafirme el hecho de necesitar a otro para poder realizar esta interacción de identificarse con un alguien u algo.

De igual modo esto se une al tema del artista como etnógrafo planteado por Hal Foster, sustituye al modelo del autor como productor que propuso Walter Benjamín.  El deseo o la necesidad del artista por experimentar nuevas prácticas que le permitan explorar campos desconocidos para mejora su entendimiento del entorno, encontrando en esta rama de la antropología la condensación de esas bases para realizar la brusquedad a los cuestionamientos existenciales del ser humano. Así el arte, paso al campo amplio de la cultura del que el antropólogo, se pensaba, debía de ocuparse.

De este modo el artista como etnógrafo se permite ejecutar modelos que le posibilitan tratar temas de género, raza, identidad y reflexionar sobre lo que es el vivir en una cultura. Este modelo describe Foster le demanda al artista a que conozca la estructura de cada cultura lo bastante bien como para mapearla y como para también poder llegar a nárrala.

Lo que a fin de cuentas es para mi el tema de identificación y el rol de artista como etnógrafo, es esta brusquedad y  necesidad del artista por sentirse parte de su contexto comprendiéndolo desde el génesis, desde la formación de los seres en cuanto a su comprensión por el entorno, esto se comprueba en las bastas investigaciones que realizan hoy en día los artistas para lograr de este modo dar con  conclusiones que responden a estas formas y estilo de vida de los seres humanos, por lo que los paradigmas de este artista actual que se encuentra inmerso en esta sociedad, siente la necesidad de socorrer a las practicas antropológicas (etnográficas) para lograr comprender la identidad de sus comunidades y grupos sociales, con el fin de lograr articular una coherencia en cuanto a la historia que lo formo y los forma en el presente y que de seguro marcara la pauta de las visiones futuras, que serán clara consecuencia de el planteamiento del presente, existente hoy en día.


Bibliografía:
Hall, S & Paul du gai (1996), cuestiones de identidad cultural, Buenos Aires, Amorrourtu editores
http://sites.google.com/site/contemporaryartcriticism/home/escritos-sobre-arte/el-artista-como-etngrafo
http://bojeoalaisla.blogspot.com/2009/04/stuart-hall-introduccion-quien-necesita.html
http://www.juntadeandalucia.es/averroes/centros-tic/14002984/helvia/aula/archivos/repositorio/1000/1106/html/alterglobalizacion1/Como%20escribir%20un%20articulo.htm

viernes, 17 de junio de 2011

Identidad Dentro de la Actividad Artística

Identidad Dentro de la Actividad Artística
Daniela Leiva C.

Desde el inicio de los tiempos las prácticas artísticas (iniciadas desde lo rupestre hasta el arte actual) de los contextos culturales,  ha sido tema de estudio y de reflexión por parte de diferentes campos de investigación, empezando por la filosofía y pasando por diferentes entidades sociales que hacen del arte un festín para quienes somos participes de él y para quienes lo observan desde afuera. Así mismo, el arte como manifestación cultural y quienes lo ejecutan, hacen su parte dentro de esta búsqueda e investigación acerca de su identidad o su fin máximo dentro de una comunidad o grupo social, como parte activa de una colectividad más bien fragmentada y subordinada. Hay una identidad de la cual todos queremos aferrarnos, pero ¿Qué no es la identidad sólo una parte de todo lo que formamos, con lo “bueno”, con lo “malo”, con lo inequívoco y lo erróneo que forma parte del ser humano o de una sociedad? Esta no es una pregunta con respuesta, pero si una forma de llevarnos a al inicio de la investigación con respecto al  tema.
El deconstructivismo, a pesar de su connotación desintegradora, busca unificar a partir de los diferentes ejes que toma una identidad, basándose en los fragmentos de la historia de las sociedades, para poder llegar a un punto fijo. Eso es lo que pasa con el arte desde sus inicios: una especie de registro visual  que posteriormente se fue escondiendo dentro de actividades literarias y textuales en las cuales, los registros más bien cualitativos de los sucesos son tomados a modo de estudio académico, más que una forma directa de criticar o atacar aquellas falencia en la identidad de cada grupo social. Es por eso que la identificación del sujeto que crítica, es fundamental a la hora de abordar la identidad, al momento de intentar excluir aquella “identidad” que le incomoda dentro de su contexto. Tanto antropólogos como etnógrafos, se aferran a las prácticas discursivas, para poder llegar a una postura consecuente frente a sus críticas, de las cuales la identificación con el “criticado” no se toma en cuenta, pero por otro lado existe el trabajo del artista el cual evoca tales prácticas a través de lo visual (por estos días, cualquier acto visual), tomando una postura analítica frente a procesos culturales, sociales y hasta económicos dentro de un contexto, tratando de lograr tal “identificación” con el espectador.
El arte, subjetivo por donde se vea, trasmite el contenido del autor a través de su obra, comunica estados, pensamientos, plantea crítica y hasta burla con respecto a lo que aprecia a su alrededor, pero siempre con un marcado sentido en el yo del artista y con un claro objetivo de que exista una identificación con él otro. Pero ¿hasta qué punto esto no se convierte en una autor referencia tediosa para el espectador lector o participe de una sociedad en específico con respecto a las realizaciones críticas en el arte, la antropología y la etnografía? “Sin duda, la alteración del yo es crucial para las practicas criticas en la antropología, el arte y la política” (Foster, 2001:184), que se produzca una especie de empatía con el contexto y sus actores. Pero, como plantea el texto de Foster “también hay peligros” relacionados al narcisismo que provoca esa especie de autoanálisis basado en el otro, aquella alteridad, que busca situar al autor en un lugar equivalente a quien, o a que se está investigando, criticando y exponiendo como tema a analizar, pero en el caso del artista, alejándolo de aquel “autor como productor” como lo planteó W. Benjamin, el cual se evoca a una revolución firmemente mas que a especulaciones culturales y criticas a la identidad de una comunidad de la cual claramente pertenece y forma parte.
Freud añade que la identificación del sujeto “en primera instancia, es un moldeado a imagen del otro que compensa la pérdida de los placeres libidinales  del narcisismo primario” (Hall, 1996:16), o sea, que a partir de lo que no se es, se comienza a configurar la propia identidad, lo que genera una reafirmación del yo, alejando al ser instintivo que  va en contra de el enfoque naturalista de estar constantemente en proceso. El artista toma una postura más bien cínica en torno a lo que al fin y al cabo, y aunque no le guste, lo complementa,  llevándolo (al igual que el antropólogo y a pesar de la envidia mutua a la cual postula Foster), a una posición más bien estratégica dentro de su rol como ser intelectual y conocedor de su propia cultura y sobrevalorada identidad. Al reconocer esta identificación inminente en los seres humanos y no negándola, se logra la conexión con aquella “identidad” a la cual se está poniendo en tela de juicio, pudiendo así, no solo criticar artística o literariamente, sino que también acercar al espectador-lector a sus propias prácticas. La actividad artística por lo tanto, y aunque se acerca a cierta comunidad de manera más directa y cultural, también excluye y hace brotar aquel aspecto narcisista y cínico del autor que no puede evitar, criticando partes de la identidad de una cultura que al fin de cuentas pertenece y lo complementa para poder seguir con sus prácticas visuales. 

Bibliografía:
-          Hall, S. & Paul du Gay (1996). “Cuestiones de identidad cultural”. Buenos Aires, Amorrourtu Editores.
-          Foster, H. (2001). “El Retorno de lo Real”. Madrid, Akal.