Curso de Arte Contemporáneo III

Curso de Arte Contemporáneo III
Curso de Arte Contemporáneo III, Universidad Católica. Profesor Abelardo León de Temuco

viernes, 17 de junio de 2011

Identidad Dentro de la Actividad Artística

Identidad Dentro de la Actividad Artística
Daniela Leiva C.

Desde el inicio de los tiempos las prácticas artísticas (iniciadas desde lo rupestre hasta el arte actual) de los contextos culturales,  ha sido tema de estudio y de reflexión por parte de diferentes campos de investigación, empezando por la filosofía y pasando por diferentes entidades sociales que hacen del arte un festín para quienes somos participes de él y para quienes lo observan desde afuera. Así mismo, el arte como manifestación cultural y quienes lo ejecutan, hacen su parte dentro de esta búsqueda e investigación acerca de su identidad o su fin máximo dentro de una comunidad o grupo social, como parte activa de una colectividad más bien fragmentada y subordinada. Hay una identidad de la cual todos queremos aferrarnos, pero ¿Qué no es la identidad sólo una parte de todo lo que formamos, con lo “bueno”, con lo “malo”, con lo inequívoco y lo erróneo que forma parte del ser humano o de una sociedad? Esta no es una pregunta con respuesta, pero si una forma de llevarnos a al inicio de la investigación con respecto al  tema.
El deconstructivismo, a pesar de su connotación desintegradora, busca unificar a partir de los diferentes ejes que toma una identidad, basándose en los fragmentos de la historia de las sociedades, para poder llegar a un punto fijo. Eso es lo que pasa con el arte desde sus inicios: una especie de registro visual  que posteriormente se fue escondiendo dentro de actividades literarias y textuales en las cuales, los registros más bien cualitativos de los sucesos son tomados a modo de estudio académico, más que una forma directa de criticar o atacar aquellas falencia en la identidad de cada grupo social. Es por eso que la identificación del sujeto que crítica, es fundamental a la hora de abordar la identidad, al momento de intentar excluir aquella “identidad” que le incomoda dentro de su contexto. Tanto antropólogos como etnógrafos, se aferran a las prácticas discursivas, para poder llegar a una postura consecuente frente a sus críticas, de las cuales la identificación con el “criticado” no se toma en cuenta, pero por otro lado existe el trabajo del artista el cual evoca tales prácticas a través de lo visual (por estos días, cualquier acto visual), tomando una postura analítica frente a procesos culturales, sociales y hasta económicos dentro de un contexto, tratando de lograr tal “identificación” con el espectador.
El arte, subjetivo por donde se vea, trasmite el contenido del autor a través de su obra, comunica estados, pensamientos, plantea crítica y hasta burla con respecto a lo que aprecia a su alrededor, pero siempre con un marcado sentido en el yo del artista y con un claro objetivo de que exista una identificación con él otro. Pero ¿hasta qué punto esto no se convierte en una autor referencia tediosa para el espectador lector o participe de una sociedad en específico con respecto a las realizaciones críticas en el arte, la antropología y la etnografía? “Sin duda, la alteración del yo es crucial para las practicas criticas en la antropología, el arte y la política” (Foster, 2001:184), que se produzca una especie de empatía con el contexto y sus actores. Pero, como plantea el texto de Foster “también hay peligros” relacionados al narcisismo que provoca esa especie de autoanálisis basado en el otro, aquella alteridad, que busca situar al autor en un lugar equivalente a quien, o a que se está investigando, criticando y exponiendo como tema a analizar, pero en el caso del artista, alejándolo de aquel “autor como productor” como lo planteó W. Benjamin, el cual se evoca a una revolución firmemente mas que a especulaciones culturales y criticas a la identidad de una comunidad de la cual claramente pertenece y forma parte.
Freud añade que la identificación del sujeto “en primera instancia, es un moldeado a imagen del otro que compensa la pérdida de los placeres libidinales  del narcisismo primario” (Hall, 1996:16), o sea, que a partir de lo que no se es, se comienza a configurar la propia identidad, lo que genera una reafirmación del yo, alejando al ser instintivo que  va en contra de el enfoque naturalista de estar constantemente en proceso. El artista toma una postura más bien cínica en torno a lo que al fin y al cabo, y aunque no le guste, lo complementa,  llevándolo (al igual que el antropólogo y a pesar de la envidia mutua a la cual postula Foster), a una posición más bien estratégica dentro de su rol como ser intelectual y conocedor de su propia cultura y sobrevalorada identidad. Al reconocer esta identificación inminente en los seres humanos y no negándola, se logra la conexión con aquella “identidad” a la cual se está poniendo en tela de juicio, pudiendo así, no solo criticar artística o literariamente, sino que también acercar al espectador-lector a sus propias prácticas. La actividad artística por lo tanto, y aunque se acerca a cierta comunidad de manera más directa y cultural, también excluye y hace brotar aquel aspecto narcisista y cínico del autor que no puede evitar, criticando partes de la identidad de una cultura que al fin de cuentas pertenece y lo complementa para poder seguir con sus prácticas visuales. 

Bibliografía:
-          Hall, S. & Paul du Gay (1996). “Cuestiones de identidad cultural”. Buenos Aires, Amorrourtu Editores.
-          Foster, H. (2001). “El Retorno de lo Real”. Madrid, Akal. 

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